José Urbina
Pimentel
2013
Guion de carácter histórico para teatro estudiantil, que recrea la vida
de Simón Bolívar a través de un dialogo que se produce entre sus hermanas
varios años después de su muerte.
Se recomienda simular la época con las actrices vistiendo trajes largos
o blusas y faldas, así como unas mantas alrededor del cuello. Pudieran tener un
abanico.
Para el escenario se sugieren dos sillas y pudiera ser una mesa pequeña,
sobre la cual se coloquen unas tazas que simulen estar compartiendo un café.
Narrador: Corre el año de 1843. Es una tarde calurosa caraqueña,
se reúnen en una vieja casona perteneciente a los Bolívar Palacio, luego de una
larga separación familiar, obligada por la Guerra de Emancipación y sus
consecuencias, dos damas entradas en la madurez de la vida. Son las hermanas de
Simón Bolívar, María Antonia, la mayor, y Juana, nacida después de él.
Sentadas, una al
lado de la otra, en el patio de la añeja casona colonial, rememoran el pasado,
y sobre todo recuerden a su hermano Simón, el Libertador de
Venezuela y otras naciones latinoamericanas, cuyo cadáver está próximo a ser
repatriado desde Santa Marta en Colombia, para traerlo a Caracas, su ciudad natal:
María
Antonia:
Tanto tiempo sin vernos.
Juana: Si, María Antonia, los hechos
nos separaron, y yo acompañé a mi esposo en sus viajes muchas veces.
María
Antonia:
Claro Juana, la larga guerra nos cambió la vida.
Juana: Decirlo yo, que perdí a mi
hijo en un campo de batalla.
María
Antonia:
Bueno, dejemos la tristeza de lado y hablemos de otros momentos mas felices. Como
cuando éramos niñas y vivíamos entre Caracas y San Mateo.
Juana: Jugábamos mucho en el campo y
en el patio. Usted era mayor, nos cuidaba.
María
Antonia: Cuando
Simón y usted nacieron vino mucha gente a conocerlos.
Juana:
Simón, Simón,
ya que menciona a Simón, recuerdo lo inquieto que era, siempre corriendo de
aquí para allá, y de allá para acá. No se quedaba tranquilo un momento.
Pobre mamá, siempre preocupada por que
no hiciera travesuras.
María
Antonia: Bueno,
ahora con la madurez de los años, creo que no era tan travieso, tal vez fue que
se éramos rigurosos con él.
A veces se perdía por horas y lo
encontraban en el campo, sentado en piedras o en el rio pensativo.
Juana: Pero llego un momento en que a
nuestra madre no le quedo otra opción que dárselo a nuestro Tío para que lo
criara. Claro, ella estaba enferma.
María
Antonia: Mi tío
decidió que siguiera los pasos de papá y se convirtiera en militar. Por eso lo
interno en La Victoria, en el Batallón de Milicias de Blancos, y se graduó de Teniente
siendo un adolescente.
Juana:
Era irónico
ver a Simón vestido de Oficial con solo 16 años.
María
Antonia: Él
se sentía orgulloso de eso, y fue de inmediato que viajó a Madrid. Imagínese la
vida que se dio, joven, adinerado, con prestigio familiar y Oficial del Ejército.
Pasaba sus veladas entre fiestas y reuniones con la sociedad cortesana
madrileña.
Juana: Fue en esos años en que
conoció a María Teresa. Que rápido se enamoraron.
María
Antonia: Pero
casarse tan joven, y enviudar al poco tiempo lo volvió melancólico.
Juana: Claro, ese vacío lo marcó
para siempre, ya no fue el mismo, y aunque luego tuvo incontables amoríos,
nunca olvido a su amor adolescente.
Por supuesto, dejó de asistir a
fiestas y se hizo más reflexivo.
María
Antonia: Creo
que fue a raíz de eso que comenzó a pensar en cuestiones políticas. Vivió
muchas experiencias en Europa y por eso, cuando regresó a Venezuela, se
incorporó inmediatamente a los grupos caraqueños que estaban descontentos con
la condición colonial.
Juana: Pobre Simón, paso por tantas
cosas que lo hicieron madurar muy joven.
María
Antonia: Nuestro
hermano, ya en plena guerra, sin haber cumplido los treinta años y ser el Jefe
de los Ejércitos Patriotas que luchaban por la libertad de Venezuela. Es
increíble, hermana.
Juana: Ciertamente, esa guerra fue
tan larga que dejamos de verlo por años. Luego de liberar a Venezuela, se fue
al Sur a concluir la independencia de Quito, Perú y el Alto Perú.
María
Antonia:
Usted sabe que el Alto Perú ahora es Bolivia, una nueva nación.
Juana: Y para más, fue nombrado
Presidente.
María
Antonia: Quien
creía que ese chiquillo correlón seria Presidente de una República y Libertador
de todo el Norte de la América del Sur.
Juana: Presidente de la Gran
Colombia, su sueño. Pero sueño al fin porque fue efímero, muy corto.
María
Antonia:
Realmente a Simón no lo entendieron.
Juana: Eso le dolió mucho. Yo creo
que esa fue realmente la causa de su muerte; la incomprensión.
Físicamente si estaba mal. Su
tuberculosis consecuencia de tantos fríos parameros afectó gravemente su estado
de salud, pero ver fracasar su sueño grancolombiano le apresuró su deterioro.
María
Antonia: es
paradójico que Simón y la Gran Colombia desaparecen el mismo año de 1830.
Juana: Mire hermana, yo estoy segura
que de ahora en adelante, y ya que sus restos llegaran pronto a Caracas, el
recuerdo de Simón será otro, y con el tiempo, dentro de muchos años
seguirá siendo reconocido y recordado como lo que fue, El Libertador de
Venezuela.
María
Antonia: Pues
sintámonos orgullosos de que Simón Bolívar, fue nuestro hermano.
Juana: Tiene usted razón, pero me
tengo que ir. Ya va a oscurecer. Otro día vengo con más calma y seguimos
recordando viejos tiempos. Hasta luego
María
Antonia:
Hasta pronto hermana, regrese pronto que nos estamos poniendo viejas. Que le
vaya bien…
Narrador: Y las dos hermanas se despiden,
sonrientes, con un fraternal abrazo, entre la nostalgia familiar, los recuerdos
del pasado y los años por vivir…
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