La publicación científica, y más exactamente, la publicación de un artículo científico es el pivote de la ciencia, es la actividad por excelencia que le confiere sistematicidad, rigurosidad, validez y universalidad al conocimiento científico. También la publicación de un artículo científico en una revista o en un libro compilado resulta ser la cumbre con la cual se da por hecho el paso de quien se inicia a quien se convierte en investigador o investigadora. Pero dar con esa primera publicación no resulta fácil, sobre todo, para quienes se formaron en investigación fuera de una estructura científica y no tuvieron la orientación de un mentor o una mentora que los llevara de la mano para presentar los avances de un estudio en coautoría con un equipo de investigación
En atención a lo anterior, cabe destacar que la escritura científica no es una competencia fácil de adquirir por muchas razones, pero, sobre todo, porque significa presentar de forma sencilla y amigable los resultados de un proceso prolongado y complejo como lo es la investigación. No resulta expedito exponer la contextualización del estudio de forma breve, así como jerarquizar y seleccionar los datos a presentar para que den cuenta asertivamente de los hallazgos y conclusiones de la investigación. Todo esto sin contar con la capacidad de síntesis, sintaxis, la ilación del discurso y un adecuado sistema de citas y referencias, el cual varía según la normativa de publicación de cada revista o editorial.
Hasta ahora he hablado del componente procedimental de la redacción científica, sin embargo, es el componente emocional y actitudinal, el que una vez más es la clave para la formación en investigación. Escribir un artículo científico o colaborar con el capítulo de un libro compilado significa someterse al arbitraje doble ciego, es decir, a ser evaluado, y eventualmente a ser rechazado; además de la crítica que pueda el escrito recibir una vez divulgado. Esto genera emociones negativas tales como el miedo, la angustia, la ansiedad, por ende, activa la procrastinación, que sin duda es la actitud menos favorable de quien hace ciencia.
Retardar la escritura científica es letal porque una investigación ha de ser vigente para ser pertinente, es decir, en la procrastinación el investigador o la investigadora pueden quedar atrapados y perder un tiempo valioso para publicar sus estudios, máxime de caer en riesgo de no publicarlo por obsolescencia: la redacción científica es una actividad contrarreloj. Por otro lado, es conocido que un investigador o una investigadora novel una vez realizada su primera publicación científica, es muy probable que prosiga con su producción intelectual. Por eso es tan importante prestar atención a la primera publicación científica en la iniciación y formación en investigación.
En consecuencia, un editor o una editora de una revista puede hacer mucho desde su posición para ayudar a investigadores/as nóveles a transitar este difícil camino sin desestimar la exigencia y la rigurosidad que merece el proceso de publicación de un artículo. Desde la recepción del manuscrito, el editor o la editora puede contribuir con la formación en investigación realizando una revisión ad portas siempre desde la orientación y facilitación, es decir, si el trabajo presenta deficiencias o inconsistencias, estas deben señalarse de forma respetuosa, detallada y argumentada para que el investigador o la investigadora novel pueda realizarlas, antes de enviar su artículo al arbitraje doble ciego.
Asimismo, desde su posición, el editor o la editora ha de dar instrucciones al equipo de arbitraje en torno al detalle y precisión de las observaciones, las cuales deben estar bien fundamentadas. El equipo editorial ha de formar también a los jueces o árbitros para que su labor evaluativa sea más formativa que sumativa y, de este modo, captar más personas para la ciencia con su primera publicación realizada como paso final de un estadio inicial.
Usualmente se asume que un investigador o una investigadora experta está en capacidad para realizar un buen arbitraje y, con esto, contribuir a la calidad del escrito. Pero no siempre es así: algunos evaluadores/as se van más hacia aspectos formales que los aspectos de profundidad, otros rechazan trabajos sin hacer observaciones, otros aprueban, pero no realizan las observaciones pertinentes (en este último caso siempre queda la duda si hubo un escrutinio del manuscrito). Ninguno de estos casos contribuye a la calidad de la investigación, por el contrario, aleja a las personas que se quieren formar en ciencia al hacerle engorroso y largo el proceso de su publicación científica. La actividad orientadora ha de estar presente en los arbitrajes con observaciones detalladas, precisas y bien fundamentadas, de tal forma que el autor o la autora entienda y comprenda la importancia de aceptarlas e incluirlas en el artículo para que efectivamente mejoren su calidad, y con esto, pueda ser visto, leído y posteriormente citado.
La formación de investigación en la edición de revistas científicas se logra también si se realiza un trabajo ético, es decir, si el equipo editorial se asegura de un arbitraje acucioso, pero con precisión, exigente y respetuoso. Esto motiva a quienes se inician en investigación y también a los investigadores expertos a mantener el foco y el equilibrio, es decir, a no dejarse inundar por las emociones negativas resultado de un proceso de evaluación, tales como: el miedo, el orgullo, la ansiedad, la frustración…
La ética de un equipo editorial de una revista también contribuye a la formación de investigación al explicar y promocionar las buenas prácticas en la redacción y publicación de artículos científicos. Aunque parezca paradójico, muchas buenas prácticas en la redacción y presentación de artículos científicos requieren poco más que el sentido común, por ejemplo, hacer ver que la coincidencia de palabras clave con palabras del título contribuye con la visibilidad del artículo y su fácil recuperación en los motores de búsqueda; por qué es necesario un identificador de producción científica, por ejemplo, como lo es el identificador Orcid; la importancia de normalizar la firma del autor o la autora para que su perfil sea identificable y recuperable en internet…
En otras palabras, el equipo editorial puede proseguir con la formación en investigación ya iniciada por los autores o las autoras, dando orientaciones (presentar alternativas sin imponer) o facilitando (explicar, demostrar, argumentar) durante el proceso de edición de un artículo científico o un libro compilado: instruir sobre buenas prácticas, ciencia abierta, derecho de autor, asuntos que muchas veces resultan ser un lenguaje encriptado o un mar de información sin estructura para personas en formación científica, que muchas veces, solo necesitan un porqué razonado para despejar emociones negativas, y con ello, publicar su primer aporte científico o bien mantenerse en la senda de la generación de conocimiento.
Santiago de Chile, 1 de julio de 2021
No hay comentarios:
Publicar un comentario